
EEUU., (New York Times).- Los cargos se centran en un pago de silenciamiento a una estrella porno, pero los fiscales también acusaron al expresidente de orquestar un plan más grande para pagar a otra mujer y a un portero durante la campaña de 2016.
Los cargos se centran en un pago de silenciamiento a una estrella porno, pero los fiscales también acusaron al expresidente de orquestar un plan más grande para pagar a otra mujer y a un portero durante la campaña de 2016.

Los fiscales de Manhattan acusaron el martes a Donald Trump de encubrir un posible escándalo sexual durante la campaña presidencial de 2016, formulando 34 cargos por delitos graves que abren un peligroso capítulo en la larga vida pública del empresario multimillonario que llegó a la presidencia de Estados Unidos y que ahora se enfrenta a la perspectiva de un vergonzoso juicio penal.
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Trump fue acusado la semana pasada de cargos relacionados con el pago a una estrella del cine para adultos, convirtiéndose en el primer expresidente estadounidense que se enfrenta a cargos penales.
El exmandatario se entregó a las autoridades en Manhattan el martes por la tarde. Trump se declaró inocente durante su comparecencia, una escena surrealista para un hombre que una vez ocupó el Despacho Oval y está preparando su tercera candidatura rumbo a la Casa Blanca.
En un espectáculo excepcional que se desarrollaba ante los ojos de un país dividido, la caravana de 11 vehículos de Trump había llegado a la oficina de la fiscalía de distrito poco antes de la 1:30 p. m., hora del Este, en el imponente complejo del edificio de Cortes Penales de Manhattan. Mientras estaba bajo custodia, se le tomaron las huellas dactilares como a cualquier acusado de delitos graves, pero se hicieron adecuaciones especiales para el expresidente: pasó poco tiempo bajo custodia, no fue esposado y no le tomaron la foto de identificación policial.
Trump estaba visiblemente enfadado mientras caminaba hacia la sala del tribunal. Estuvo acompañado por su asesor jurídico, Boris Epshteyn, y los abogados que llevan el caso, Todd W. Blanche, Susan R. Necheles y Joseph Tacopina. Trump se negó a hablar antes o después de la audiencia e inmediatamente se fue para tomar un vuelo de regreso a su casa en Florida.
Blanche habló afuera del juzgado tras la lectura de los cargos y dijo que el expresidente estaba molesto, pero que estaba decidido a prevalecer. “Está frustrado. Está molesto. Pero te diré algo: está motivado. No lo va a frenar”, dijo.
Entre temores de protestas y amenazas inspiradas por Trump, los actos del día estuvieron bastante ensayados por el Servicio Secreto, el Departamento de Policía de Nueva York, la seguridad del tribunal y la oficina del fiscal del distrito de Manhattan, que lleva casi cinco años investigando a Trump. Mientras los helicópteros sobrevolaban la ciudad, las calles afuera del tribunal estaban abarrotadas de periodistas y cientos de manifestantes, y partidarios y detractores del expresidente se reunían en un parque cercano, donde se gritaban unos a otros desde el otro lado de las barricadas metálicas colocadas para mantener el orden.
El caso, presentado por el fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, acusa al expresidente de 34 cargos por la falsificación de registros comerciales en primer grado, un delito grave de bajo nivel que conlleva un máximo de cuatro años de prisión por cada cargo. Aunque, si Trump es declarado culpable, el juez podría condenarlo a un periodo de libertad condicional.
Si bien los cargos se centran en el pago a la estrella porno, Stormy Daniels, los fiscales de Bragg también acusaron al exmandatario de orquestar una operación más amplia para influir en las elecciones presidenciales de 2016 mediante la compra de historias perjudiciales sobre él, con el fin de mantenerlas en secreto.
Junto con la acusación, que se centra en el pago a Daniels, los fiscales presentaron una declaración de hechos. Ese documento, que es común en casos complejos de delitos de cuello blanco, proporciona una especie de hoja de ruta para lo que los fiscales podrían revelar en el juicio. Y, sobre la base de las pruebas presentadas ante el gran jurado, detalla otros dos acuerdos subrepticios de dinero que implican a The National Enquirer, un diario que tiene vínculos desde hace mucho tiempo con Trump.
En el primer caso, el tabloide le pagó 30.000 dólares a un antiguo portero de la Torre Trump que afirmaba saber que el expresidente había tenido un hijo fuera del matrimonio. Sin embargo, la publicación determinó más tarde que esa afirmación era falsa.
The National Enquirer le hizo otro pago a Karen McDougal, quien en 1998 fue la playmate del año en la revista Playboy, porque durante la campaña de 2016 quería vender su testimonio sobre una aventura con Trump. Ella llegó a un acuerdo de 150.000 dólares con el medio —que compró los derechos de su versión de la relación casual que tuvo con Trump para suprimirla— una práctica conocida como “atrapar y matar”.
El pago final, que es el centro de la acusación, implicó un acuerdo de 130.000 dólares entre Michael D. Cohen, solucionador de problemas de Trump, y Daniels en los últimos días de la campaña. El pago, que Cohen dijo que hizo por instrucciones de Trump, logró que Daniels no divulgara la historia de la relación sexual que tuvo con el exmandatario.
Mientras estaba en la presidencia, Trump reembolsó a Cohen, y ahí es donde el fraude se puso en marcha, según los fiscales. En los registros internos, la empresa de Trump falsamente clasificó el reembolso a Cohen como gastos legales, citando un acuerdo de retención. Sin embargo, los fiscales sostienen que no existieron esos gastos y que el acuerdo de retención también era ficticio.
El caso solo marcaría el comienzo de la travesía de Trump en el sistema de justicia penal. Además, se enfrenta a otras tres investigaciones penales relacionadas con acusaciones de intento de socavar las elecciones y manejar indebidamente registros gubernamentales confidenciales, cuestiones que están en el centro de la democracia y la seguridad estadounidenses.
Pero quizá no sorprenda, dada la burda y circense era política que inauguró la elección de Trump —marcada por el encumbramiento de celebridades de cuarta categoría, publicaciones groseras en las redes sociales y una relación poco seria con la verdad—, que su primera acusación se derive de mentiras sobre una cita con una estrella porno.
“Todos somos iguales ante la ley”, declaró Bragg en una rueda de prensa posterior a la comparecencia. “Ninguna cantidad de dinero ni de poder” cambia eso, añadió.
Lograr una condena no es algo seguro para Bragg, un demócrata. Los cargos de falsificación de registros comerciales parecen depender de una aplicación novedosa de la ley.
Trump ha negado todas las acusaciones, así como cualquier encuentro sexual con Daniels. Y ha arremetido contra Bragg con expresiones amenazantes y, en ocasiones, racistas, al calificar al fiscal de distrito, quien es negro, como un “animal” y al convocar a sus seguidores a “PROTESTAR” por su arresto, un lenguaje que recuerda su retórica en el periodo previo al ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021.
En los últimos días, algunos de los partidarios de Trump predecían que el juez que preside el caso, Juan M. Merchan, emitiría una orden mordaza para evitar que se discutieran detalles del caso, y lo criticaron por adelantado. Pero Merchan se apresuró a dejar claro que no tenía intención de hacerlo, y dijo: “Ciertamente, el tribunal no impondrá una orden de silencio”, incluso si los fiscales lo solicitan. Pero eso no sucedió.
Blanche se quejó de la publicidad del caso y la atribuyó a las filtraciones, afirmando que habían frustrado al expresidente.
“No comparto su opinión de que cierto lenguaje y cierta retórica estén justificados por la frustración”, dijo el juez, refiriéndose a los mensajes de Trump.
Esto es lo que necesitas saber:
- La entrega de Trump es la culminación de un drama que ha durado meses que primero se centró en la pregunta sobre si sería acusado, y pronto se amplió para incluir predicciones sobre cómo respondería el exmandatario. De manera alternativa, Trump se ha preocupado e indignado ante la perspectiva de su detención, mientras que sus ayudantes han aprovechado la acusación para aumentar la recaudación de fondos y forzar a sus principales rivales a un baile incómodo entre criticar a los fiscales y respaldar a Trump.
- Bragg es el primer fiscal en acusar a Trump, aunque es posible que no sea el último. Ya está al centro de la atención política, una posición incómoda para un fiscal de distrito que nunca antes ha ocupado un cargo de elección popular.
- La acusación, producto de una investigación de casi cinco años, da inicio a una nueva y volátil fase en la vida pospresidencial de Trump durante su tercera contienda por llegar a la Casa Blanca. Y lleva a la carrera por la nominación del Partido Republicano —que el expresidente lidera en la mayoría de las encuestas— a un territorio desconocido.
- Algunos de los asesores de Trump creían que lo iban a acusar tanto de delitos menores como de delitos graves, y se asombraron por los informes recientes que aseguran que, más bien, enfrentaría decenas de cargos por delitos graves.
- Trump ha pasado casi medio siglo defendiéndose de cargos penales. A fines de la década de 1970 fue investigado por primera vez en Nueva York, un episodio que estableció el modo en el que durante décadas se relacionó con los fiscales.
- Los fiscales federales están investigando por separado a Trump por sus acciones en torno a su derrota electoral y su manejo de documentos confidenciales. Y un fiscal de Georgia está en las etapas finales de una investigación sobre los intentos de Trump de revertir los resultados electorales en ese estado.
- Cohen, quien rompió lazos con Trump en 2018 después de que salió a la luz el acuerdo secreto de dinero, es el testigo más importante de la fiscalía. Se declaró culpable de delitos federales relacionados con el pago del silenciamiento y estuvo más de un año en prisión, lo que los abogados de Trump probablemente usarán para cuestionar su credibilidad.
- Los aliados de Trump habían prestado mucha atención a la idea de que podría enfrentar una orden mordaza, algo que sus asesores consideraban como una posibilidad tras sus arremetidas contra Bragg, quien impulsó la acusación, y el juez Juan Merchan, quien preside el caso. Hasta el momento no hay indicios de que el juez considere hacerlo.
- La representante Marjorie Taylor Greene, republicana por Georgia y agitadora estrechamente alineada con Trump, organizó un mitin en el parque frente al juzgado. Hablaba con un megáfono para denunciar al Partido Demócrata, aunque a menudo sus palabras no se escuchaban por los manifestantes —y los contramanifestantes—, que usaban silbatos y coreaban cánticos. Después de hablar durante unos cinco minutos, la policía la sacó del parque.
Jonah E. Bromwich cubre justicia penal en Nueva York, con énfasis en la oficina de la fiscalía de distrito de Manhattan, las cortes penales estatales en Manhattan y las cárceles de la ciudad de Nueva York. @jonesieman
William K. Rashbaum es redactor sénior en la sección Metro, donde cubre temas de corrupción política y municipal, tribunales, terrorismo y otros temas relacionados con la aplicación de la ley. Formó parte de un equipo galardonado con el Premio Pulitzer 2009 en la categoría de noticias de última hora. @WRashbaum • Facebook
Ben Protess es reportero de investigación y cubre el gobierno federal, la aplicación de la ley y varias investigaciones penales relacionadas con el expresidente Trump y sus aliados. @benprotess
Maggie Haberman es corresponsal sénior de política y la autora de Confidence Man: The Making of Donald Trump and the Breaking of America. Fue parte del equipo que ganó un premio Pulitzer en 2018 por informar sobre los asesores del presidente Trump y sus conexiones con Rusia. @maggieNYT
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